miércoles, 30 de mayo de 2012

Hay que hacerlo

El silencio dominaba mis iras, mis ilusiones, mis irrisorias ganas de conversar con el silencio inerte de unas palabras que no salen de mi boca, pero hay que intentarlo, porque mañana es otro día, y el día de mañana será diferente al de hoy.

Tengo que escribir porque hablar no puedo, porque es más sencillo y a la vez más complejo darle contextura a los escritos eternos de una mente en catarsis desinhibida. Quiero hacerlo porque definitivamente, a pesar de todas mis inclinaciones y proyecciones vitales y emocionales, escribir es una de aquellas únicas cosas que me traen esa paz que el arte vernáculo de la conversación no me puede otorgar.

El día se acaba y mi vitalidad disminuye. Un hombre cansado, unos principios mancillados por la necesidad, una mentira suelta entre los dientes incisivos del derecho a vivir con dignidad, y una fe profunda, pero susceptible, imperfecta, sutil y asustadiza, acompañan las ansiedades, los sueños, los proyectos y las ideas portentosas de superación y adquisición de un individuo que sólo desea tener esa cosa que le llaman una mejor  calidad de vida, esa que nos han querido vender entre la inmaculada Coca-Cola que debes beberte siempre y el “Million” de Paco Rabbane que con su increible (invencible) aroma deja desnuda y ardiente a cualquier diosa griega. Pero a pesar de la peculiar fetidez que nos rodea, hay que escribir, para ver si con un ventilador hecho de imaginación, sufrimiento y sarcasmo, respiro un poco de aire limpio, puro y honesto, dentro de la pila de valores inocuos e infértiles con los que debo lidiar a diario.

Así que bienvenid@, o lárguese. Como le de a usted la gana de decirlo. Lo importante es que usted se sienta como quiera sentirse, y si esto le sirve para conseguir esa paz que busca, pues enhorabuena. Si no es así, pues quizá otro día, pero hasta que nosotros queramos, hasta siempre!