jueves, 24 de julio de 2014

Dignidad Humana y AMETRASAN: dos cosas imcompatibles

A veces, uno no sabe como es mejor, si quedarse callado o actuar en consecuencia de la inercia que la humanidad provoca.

Hace unos días tuve que hacer acto de presencia en el Departamento de Tránsito de AMETRASAN, esos agentes vestidos de verde pistacho qye más parecen agentes o cuidadores forestales que agentes del orden vial. A mí, en lo particular, me caen redondo, no porque no cumplan con su deber, eso es otro cuento. Me caen mal porque la educación y el decoro no existen en el ADN de la mayoría de ellos. Para mí, estos ganapanes solamente saben recaudar dinero forzosamente, sin hacer lo que realmente deberían hacer, que es regular el tránsito vehicular y no ponerse a ver a las estudiantes que cruzan las avenidas por las que "laboran". Es deprimente observar cómo el transeúnte y el conductor promedio son atropellados por las autoridades que deberían protegerles.

Aunque, realmente lo que me ha ocurrido con los susodichos no tiene que ver directamente conmigo. Les cuento:

Al momento de resolver unos asuntos concernientes a uno de los vehículos de mi casa, observo a un joven de unos veinte años, tal vez menos, literalmente "tirado" en el suelo. Por conversaciones de terceros me entero que este joven acababa de accidentarse, provocando una colisión que provocó serias heridas y quizá la muerte de otra persona. Puedo entender la indignación de las personas al observar al joven que yace tirado en el suelo, bajo un sol fulgurante y una intoxicación evidente por alcohol. Incluso, puedo entender que nadie quisiera ni verle, por la irresponsabilidad de conducir ebrio, por haber prácticamente asesinado o herido a otras personas y por haber contribuido a la desgracia de otras personas . Eso lo asimilo como ser humano que soy y las emociones que acciones como estas implican en las impresiones de los demás.

Lo que no puedo asimilar, entender o comprender en ninguna capacidad de expresión es que el joven yacía en el cemento de la oficina de Tránsito, siendo observado por agentes de AMET como si fuese un perro callejero que no merece la más mínima atención. De hecho, el espectáculo era similar a una jungla en la que el animal está con el último aliento, y los buitres ya revolotean sobre él para desgarrar sus restos. Para mí, era simplemente indignante en ambas vías: cómo es posible que un ser humano tan joven pueda llegar a a verse en un estado ta deplorable por acciones voluntarias?; al mismo tiempo, observaba a las personas pasar y ni siquiera importarle lo que estaba pasando en lo más mínimo, impávidos ante todo.

Un señor se me queda mirando y me dice que si no le ofrecen ayuda, el muchacho se puede morir. El sol golpeándolo, el acohol haciendo efectos y los golpes internos del reciente accidente agravándose pueden hacer que se muera rápidamente. Ante el comentario, simplemente me lleno de valor y le digo al samaritano que me ayude a levantarlo. Tomamos al chico por los brazos, lo levantamos e intentamos llevarlo dentro de los locales para que no estuviera bajo la luz del sol. Cuando llegamos a la puerta y le preguntamos a uno de los agentes que si podíamos sentar al mozalbete, nos para en seco y nos dice que no puede ir adentro porque si hace un reguero ahí, nadie lo va a limpiar.

Les afirmo que me enfurecí. Lo miro a través de mis gafas de sol, y en tono sarcástico le pregunto que si por casualidad en ese lugar conocían una cubeta y un mapo, a lo que me contesto que eso sí podía aparecer. Con el humor en rojo, le comenté que entonces por qué no dejan que el chico se sentara en un banco para evitar el bochornoso espectáculo de tenerlo en el suelo. En eso, se acerca un Australopithecus y rudamente me dice que a mí que cuidara mi tono, que ese joven estaba así porque estaba intoxicado y había provocado un accidente muy serio, que eso no era problema de ellos y que si quería me lo podía llevar para mi casa.

Yo no negaré que la indignación de saber que vivo en un país tan miserable que ni siquiera tiene un espacio en sus instituciones para recibir personas y darles un servicio que merezca la pena, me hizo apretar los dientes y decirme a mí mismo que era un completo imbécil. Procuré colocar al joven con rastros de vómito en la boca en una silla afuera e irme lo más rápido que pude de dicho ambiente, porque sabía que lo mínimo que iba a suceder si me quedaba era desacato a la "autoridad" o la muerte de este servidor a manos de uno de esos desgraciados. La dignidad humana se ha ido a la mierda en este pedazo de país, en este intento de comunidad. La gente se desespera y en su desesperanza escriben una carta al olvido, tratando de sobrevivir en un mundo ruín, lleno de oscuridad y con almas cada vez más negras. La única forma de sobrevivir a un mundo como este es adaptándote a esta realidad, y este es mi problema: por más que trato no puedo hacer eso. No logro adaptarme a este cabaret ambulante, a este espectáculo cirsence de mal gusto, a esta fétida compañía de seres absolutistas, narcisistas y nihilistas con manifestaciones de misogínia rampante y sin control. Qué tiene que ver el hecho de que el muchacho estuvo envuelto en un accidente de tránsito? Acaso por eso no tiene derecho a que se le trate como un ser humano? No tiene derecho a atención médica? No tiene derecho a que se le proporcione el cuidado necesario y obligatorio que como ciudadano de este país es merecedor? Al parecer no.

No sé, Si alguien que lea esto tiene la gentileza de contestarme esas preguntas, le agredeceré, porque al final, no logro asimilar el pensamiento de pertenecer a una especie tan desgraciada que no es capaz de entender la desgracia de sus congéneres, lo que poco a poco me lleva a pensar que para nuestra extinción como ser vivo, solo tenemos que doblar la esquina y la encontraremos de frente, de golpe y porrazo, como una multa absurda y un atropello de quitarte el vehículo ante la perpleja mirada de la burocracia.